jueves, 16 de octubre de 2014

Hay grandes riesgos en la minería boliviana

Cuando se habla de la minería, a veces de manera general y en voces de algunos analistas, la situación del sector tiene muchos riesgos primero porque aún no está plenamente definida la aplicación de la nueva Ley Minera 535, a la que le falta la complementación de dos elementos importantes e insustituibles, el reglamento por una parte y la escala tributaria que deberá aplicarse para todos los sub sectores, de manera equitativa y de cumplimiento inexcusable.

En el otro frente, el oficial, la cosa se presenta con otras características, los encargados del manejo minero en diferentes niveles se esfuerzan por mostrar condiciones de viabilidad absoluta para los proyectos mineros y metalúrgicos del sector estatal, empero los hechos reales y que se "destapan" con inusitada frecuencia muestran una serie de contradicciones elementales al pretender justificar lo injustificable.

El tema minero cobra importancia efectiva en el consenso nacional tomando en cuenta que se trata, en cuestión de reservas estratégicas, de recursos naturales, la segunda fuente generadora de divisas, después de los hidrocarburos y especialmente del gas, coyunturalmente en el control de las estadísticas de exportación, en temporadas ocupando un tercer sitio luego de la exportación de manufacturas.

Se habla de la importancia de algunos proyectos y se los muestra como ejemplo de inusitada actividad en los niveles de acción ejecutiva del rubro, caso ministerio de minería y algunos vice ministerios o la Comibol como ente que en el nuevo esquema de la actividad debe responsabilizarse de toda la compleja política minera boliviana. Se mueven algunos elementos afines a la minería como si se tratara de un periodo de auge, cuando la realidad es otra y las dificultades son latentes y altamente preocupantes.

Hay que tocar el tema de la imprevisión y recordar que en el periodo del auge de los precios se lograron buenos ingresos pero no se tomó ninguna previsión para crear un fondo de reserva estratégica que permita a los sectores mineros más vulnerables, acceder en tiempos difíciles a empréstitos de soporte temporal para salir de la crisis y enfrentar un repunte de producción hasta nivelar los efectos negativos que se originan en las duras políticas externas.

A propósito las variantes económicas mundiales, la despiadada competencia industrial y la obtención de materias primas para sostener ciertos ritmos de alta producción mueven circunstancialmente grandes capitales que se manejan sin embargo, en función a los intereses empresariales, es decir que unos quieren vender más en un determinado periodo y otros prefieren "estocar" sus productos, expectantes de los ciclos de la demanda mundial, de ahí que los precios de los commodities en su variada gama, llámense concentrados minerales o metales con cierto valor agregado, se fijan en base a la política productiva internacional, que ejerce fuerza al imponer sus precios.

Pasó un ciclo de buenos precios y comenzó una paulatina reducción de los mismos, colocando a los productores frente a una realidad que debe enfrentarse con estrategias preventivas delineadas técnicamente como sucede en países vecinos con alto rendimiento minero, donde el tema de los precios se siente, pero no influye con la fuerza que afecta a nuestra minería nacional, debido a que las grandes inversiones que se hacen en los proyectos mineros toman en cuenta el vaivén cíclico de los precios y sus consecuencias inmediatas y futuras.

Las dificultades de nuestra minería se arrastran desde hace varias décadas, basta recordar lo que ocurrió en los años 80 cuando se vino "al suelo" el precio del estaño y se cayó la Comibol. Después de un periodo de incertidumbre y penuria, para miles de ex mineros, se encontró un paliativo al problema entregando las minas a trabajadores que se organizaban en cooperativas y comenzaban a explotarlas sin ninguna dirección técnica, sin capital, con ausencia total de tecnología y de asesoramiento profesional. El mal se hizo crónico y ha persistido en el tiempo que también se cuenta en décadas.

Al presente las minas de antaño tan ricas como la de Huanuni que sigue produciendo estaño y que muy pronto diversificará su actividad a la obtención de otros minerales, ante la cruda realidad de una disminución de su riqueza tradicional, la que además será explotada intensivamente con un nuevo ingenio para cubrir la necesidad de materia prima de la metalúrgica de Vinto, empresa ésta última que mantiene aún pendiente su deuda con Huanuni.

Y si de problemas se trata, lo de Huanuni es serio, recordando lo que en mayo de este año manifestó el actual ministro César Navarro, confirmando que en el primer trimestre del año en curso (enero a marzo), la producción de Huanuni bajó de 800 toneladas métricas por día a sólo 250, lo que representaba un 68,7 por ciento de reducción productiva. La solución fue la concesión de un fideicomiso de 50 millones de dólares para compra de equipos y mejoramiento de la tecnología, tomando en cuenta el nuevo ingenio que aumentará el tratamiento de concentrados a 3.000 TMF.

Lo que todavía no se resuelve es la cantidad de trabajadores efectivos que debe tener Huanuni. Según apreciación del ejecutivo de Comibol, bastarían 3.000 mineros para obtener, inclusive mejores resultados que los que se registran ahora con 4.500 trabajadores. Una medida de reducción de personal será la jubilación de aproximadamente 500 trabajadores. Sin embargo la Federación de Mineros anunció su rechazo a la reducción de mineros en Huanuni, claro que el tema tiene justificativo estrictamente sindical y no técnico.

La medida socio política que se aplicó en un momento coyuntural, con el contenido revolucionario de nacionalización, que en los hechos era ya una re-nacionalización aumentó la cantidad de casi 1.000 mineros a casi 5.000. Los expertos advirtieron del exceso de trabajadores, pero la medida no podía cambiarse. Lo grave del asunto es que además se estableció una "planilla millonaria" con sueldos excesivos por encima de los 15 mil bolivianos, sólo como parámetros pues el informe del ex ministro Virreira, señala sueldos por encima de los 30 mil bolivianos, ese es otro de los problemas que sin embargo en la experiencia laboral, se dice que son ajustados a la relación de esfuerzo - producción.

Pero los mayores riesgos en la minería están en los precios, en la falta de normativas para el desarrollo de la actividad, se esperan garantías y seguridad para inversiones, adecuadas reglas tributarias y sobre todo definiciones concretas para elaborar y ejecutar toda una estrategia minera, respaldada en políticas apropiadas que valoricen la cuantía de la riqueza minera, que necesita ser prospectada, explorada con tecnología moderna y extraída en condiciones seguras para su exportación, mejor aún con valor agregado a través de la metalurgia.

Hay mucho por hacer en la detección de yacimientos, la minería demanda largo tiempo de preparación y fuerte inversión, por eso un país como el nuestro con enormes reservas minerales, no se puede dar el lujo de perder más tiempo en la ejecución de políticas adecuadas para el uso racional de sus recursos naturales no renovables.

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